Mis dos velocidades
Cuando los trasplanté en diciembre apenas eran dos palitos desnudos de veinte centímetros. Fue un regalo inesperado de la asociación Plantamos árboles, en el marco del VI Encuentro de la Red Española de Aprendizaje-Servicio. Sinceramente, no sabía quién era el señor Olmo y quién era el señor Fresno. Ojalá no se me mueran en la terraza, pensé. Los fuí regando de vez en cuando, cuando veía demasiado seca la tierra de la...