A veces me da un poco de pereza enredarme en discusiones semánticas. Pero, mira por dónde, otras veces me parecen apasionantes.
Hace un tiempo, un profe entusiasta y comprometido, que trabaja en una escuela en un entorno ciertamente difícil, con alumnado vulnerable en muchos aspectos, nos comentó que cada vez que acogen un nuevo alumno no hablan de una nueva matrícula o inscripción, sino de un fichaje.
De esta manera expresan confianza y la alta expectativa que depositan en el chaval: No nos puedes fallar. Eres nuestro fichaje. No, el lenguaje no es neutro y además, hablando cambiamos nuestra mirada. De eso se trataba, precisamente, en esa escuela: de cambiar el enfoque utilizando un símbolo deportivo de resonancias positivas. ¡Bravo por los profes optimistas!
Por otro lado, y en un tema totalmente diferente, Alberto Croce reclamaba cambiar la expresión paraísos fiscales por guaridas o cloacas fiscales. Pues también me parece un acierto. Aunque ya se entiende que paraíso lo es para quien defrauda, creo que no nos hace falta tanta empatía con el delincuente, y más nos vale situarnos en la óptica de los que salimos perjudicados, que somos la mayoría.
Todo esto me removió el artículo acerca de la expresión capital humano, que escribió hace poco Salvador Carrasco para el blog Aprenentatge Servei de la UB.
Entre otras reflexiones, Salva afirma que No podemos restar importancia a los aspectos económicos en la vida social. Pero posiblemente se debería estar en un profundo desacuerdo con la reducción economicista del lenguaje que avanza sin freno a nuestro alrededor.
Por ello, preguntaba: ¿tenemos que seguir hablando de «capital humano» o sería mejor no mezclar dos conceptos que pertenecen a ámbitos tan diferentes como el de la razón sustantiva y el de la instrumental? ¿Podemos seguir haciendo el juego a una confusión, tan burda e interesada, entre medios y fines? ¿Estamos ante una muestra más de la degradación de las condiciones y de la dignidad del trabajo, como actividad de la persona humana?
Leyendo el artículo pensé que otra expresión antipática y muy familiar ya, recursos humanos, expresa aparentemente una valoración neutra, porque, los recursos pueden ser muchos, pocos, estupendos o deleznables. Y que, en cambio, capital humano parece querer indicar un colectivo de personas realmente valioso, rico, deseable…
Partiendo pues de que la idea es interesante y la expresión desafortunada, le estuve dando vueltas intentando encontrar un sinónimo o la expresión adecuada para sustituir capital humano.
¿Por qué no lo llamamos tesoro humano? Vale, es un poco infantil, fantasioso y happyflower… pero me parece mucho mejor que capital humano.
Me gustaría que la mitad de la genial creatividad que ponemos a la hora de combinar insultos y expresiones groseras la empleáramos en frenar la invasión del lenguaje mercantil.
Como ejemplo de imaginación literaria, el otro día mi sobrino lanzó una frase absolutamente absurda: me la suda tres pueblos. ¿Alguien entiende algo? ¡Pues estoy convencida de que hará fortuna!