Cuando nos aficionamos a acampar en el Pirineo Central, en particular en la vertiente norte, cada mañana nos sorprendía una niebla espesa que rodeaba la tienda y nos enfriaba el ánimo.
Uy, pensábamos, ¡mal día para ir de excursión! Pero estábamos equivocados. La niebla se ceñía en el valle. A la que ascendías quinientos metros, emergías de ella y te encontrabas con un sol espléndido, un auténtico regalo.
Al poco tiempo aprendimos la lección y ya no nos frenaba la niebla matutina. Sabíamos que caminando montaña arriba acabaríamos viendo el mar de niebla bajo nuestros pies.
Esto es lo que hace la asociación Mar de Niebla de Gijón: empuja hacia arriba a las personas que necesitan recuperar la confianza y sentir el calor del sol.
Estuve con Héctor, Eva y Raquel, compartiendo sus proyectos. Se dedican a facilitar el camino a los que están desorientados, tal vez incluso temblando por la niebla de una mala escolarización, un tropezón en la vida o un desarraigo.
Si no subes unos cuantos metros, no te crees que realmente va a llegar el momento en que vas a ver la niebla bajo tus pies. Pero para decidirte a salir de la tienda y empezar a caminar, muchas veces hace falta tener alguien cerca, que te anime y te convenza.
Por eso, entre las palabras inspiradoras escritas en las paredes de la asociación, les hice una foto junto a CERCANÍA.