Ayer empezamos el Curso de Iniciación al aprendizaje-servicio en L’Hospitalet de Llobregat. Es una actividad de formación breve, de 4 sesiones.
Tuvimos una buena participación de 30 personas, con una mezcla interesante de profesorado de primaria, de secundaria y educadores de centros de tiempo libre.
En general, en los niveles de iniciación me gusta más trabajar con grupos heterogéneos que con un público homogéneo: el debate y el intercambio es más rico y creativo, al tiempo que se proporciona una oportunidad real de establecer lazos de confianza para futuros proyectos en común.
Esta primera sesión realmente abrió muchas espectativas. Al finalizar, surgieron dos demandas que ilustran perfectamente la actitud idónea para innovar en educación con proyectos de aprendizaje-servicio.
Por un lado, se expresó la necesidad de conocer los recursos disponibles y oportunidades de servicio que tiene la ciudad. Por otro lado, se expresó el deseo de aprovechar el curso precisamente explorar las posibilidades de impulsar prácticas conjuntas entre los participantes.
La verdad es que L’Hospitalet es un lugar idóneo para el aprendizaje-servicio: una alta tradición de escuelas e institutos abiertos a la comunidad, un tejido asociativo diverso y dinámico y un ayuntamiento con políticas educativas y sociales avanzadas.
Hace 39 años, cuando llegué a la ciudad, esto hubiera parecido pura ciencia-ficción. ¡Incluso había taxis que no querían entrar en Bellvitge, que es mi barrio!.
El año pasado elaboramos, entre otras cosas, un primer Inventario de prácticas APS, conscientes de que seguramente había muchos más por detectar. Creo que este año no sólo podremos completar la lista de lo que hay, sino que podremos incluir proyectos de nueva creación. Esto se consigue partiendo del optimismo, la ilusión y la confianza. ¡Justo lo que se respiraba ayer!