Hoy hemos subido al Breithorn, concretamente a su punta occidental de 4.165 metros.
Desde la estación de telecabina Kleine Matterhorn, atacando la vía normal, hemos tardado 2 tranquilas horas con 30 bonitos minutos más.
Una vía normal es el camino más fácil a un pico, pero fácil es un concepto que merece siempre ser matizado. Lo he comprobado cantidad de veces en la montaña, donde siempre se necesitan dos mochilas: la física y la mental.
En el caso de Breithorn, si una está familiarizada con la nieve y el uso del piolet y los crampones, va bien equipada y no le asusta el frío pelón, la dificultad reside sobretodo en la altura: ¡4000 metros no es ninguna tontería!.
Esta mañana, fortalecida y motivada por la aclimatación que hicimos ayer subiendo al Refugio Hörnli, he arrancado a caminar como si estuviera a 2000 metros. Al cabo de poco, he tenido que bajar revoluciones. Resoplaba y el corazón me iba a mil.
Si el objetivo era alcanzar la cima disfrutando y sin hacerse daño, había que utilizar una poderosa herramienta llamada autocontrol… ¡que yo no estaba utilizando!. ¡Uf, menos mal que la llevaba guardada en la mochila mental!
Es lo que tiene la montaña. Te proporciona lecciones continuamente, te suspende, te aprueba y te da oportunidades de remontar los resultados. Y, de paso, te va aprovisionando la mochila mental.
Aquí te dejo algunas reseñas divertidas sobre la ruta:
http://saritaymane.blogspot.ch/2008/09/breithorn-westgipfel-4164-m.html