¡Casi lo paso por alto y era un buen tema para conversarlo en un día como hoy! Bueno, todavía estoy a tiempo:
El domingo pasado en la Barcelona Magic Line estuve a punto de encararme a un grupo de gorilas y por pura pereza no lo hice.
Era el típico corrito de machitos alfa intentando marcar territorio. No pertenecían a ningún equipo de la BML, pero transitaban por la sierra de Collserola en el momento en que una chica joven, de las que corren en la BML, les pasó por delante.
Los comentarios soeces y en voz alta, para que se pudieran enterar los pasajeros de un avión que sobrevolara en aquel momento por la zona, me recordaron la España profunda, ignorante y casposa de mi adolescencia.
Pensaba que la práctica de burlarse y ridiculizar en voz alta a las mujeres ya se había perdido. Pero no. Como decía mi abuela, siempre hay un tiesto para una mierda y siempre hay una ocasión para sacar lo peor de cada uno.
Nosotros íbamos unos pasos detrás y fuimos testigos. ¿Por qué no les planté cara y les envié al pleistoceno? En realidad estoy enfadada con mi exceso de prudencia. O, si quieres, de comodidad.
Es esa estúpida voz interna que dice: No vale la pena, no te sulfures, no se lo merecen… ¡Todo muy sensato, muy razonable! En el fondo, no es más que la versión políticamente correcta de No te metas en líos.
Así nos va. A las mujeres jóvenes, porque creen que ya no tienen que luchar por su dignidad. Y a las viejas, porque creemos que estamos ya demasiado cansadas para hacerlo.
A esa estúpida vocecita de calma y prudencia hay que hacerla callar, dejando de lado a la pereza. Y a los machos alfa también. Sin miramientos.