Es difícil resistirse a la tentación de elaborar una larga y bonita lista de desafíos y todavía lo es más seleccionar de ella los dos más relevantes.
Pero me he disciplinado un poco a raíz de esta pregunta que me hizo Marina Vizcarro, trabajadora social de la Associació Educativa Itaca-Els Vents hace unos días. Por tanto, puestos a escoger, yo escogería dos retos. Y como no podría ser de otra manera en el ApS, uno es de tipo social y el otro de tipo educativo.
El reto social: creo que los que impulsamos aprendizaje-servicio hemos de asumir que no se trata sólo de un enfoque educativo, sino también de un enfoque de desarrollo social. Que al menos unos cuantos proyectos educativos tengan por finalidad un impacto positivo en el entorno no sólo interesa a los educadores: también le interesa a la sociedad en su conjunto y, de manera especial, a las organizaciones e instituciones que trabajan por el bien común. Por tanto, el ApS es una estrategia válida para un amplio abanico de iniciativas, no sólo escolares.
En este sentido, conviene vincular más estrechamente el aprendizaje-servicio a los movimientos sociales que defienden los derechos humanos y que luchan por la justicia y por una sociedad más equitativa e inclusiva.
Hay que tejer relaciones de confianza y de cooperación con las entidades sociales que permitan consolidar los proyectos y multiplicar el impacto social.
El reto educativo: Por otro lado, creo que los proyectos de aprendizaje-servicio proporcionan espacios de protagonismo y compromiso de los chicos y chicas frente a la pasividad, el consumismo y la superficialidad, así como la oportunidad de una evaluación en contexto real de los aprendizajes que se adquieren.
Por ello, es necesario que los chicos y chicas tomen conciencia de lo que pueden aprender, se lo propongan y busquen estrategias para conseguirlo. Lo más habitual es que los chicos y chicas se sientan atrapados por el servicio y presten menos atención a los aprendizajes. Pero para eso estamos los educadores, ¿no? Para que capten la riqueza global de la experiencia y no sólo el aspecto más seductor.
No es suficiente «a pelota pasada» preguntarles a los chicos y chicas qué aprendieron. Conviene que identifiquen antes del servicio esos aprendizajes que pueden reforzar o alcanzar a través de la acción solidaria. Por lo menos por dos razones:
- porque de esta manera se esforzarán más en aprender tomando el timón de sus aprendizajes. Los objetivos de aprendizaje no pueden ser la estrategia secreta del educador.
- porque si relacionan la acción solidaria con una oportunidad de aprendizaje, serán más capaces de dar las gracias, sabiendo que ellos también han sido ayudados, en lugar de sólo esperar el agradecimiento por parte de los demás.
Si sintetizar siempre es un poco arriesgado, porque una puede caer en una excesiva simplificación y superficialidad, en cambio priorizar es necesario, ya que de lo contrario una se puede dispersar. Y éstas serían, a día de hoy, mis prioridades para el ApS en mi país.