Muchos de los proyectos presentados a los Premios Aprendizaje Servicio 2020 parecen haberse puesto en marcha justo en el lugar correcto y en el momento adecuado. Esa sensación de oportunidad, de que era justamente la iniciativa que necesitaba ese barrio o pueblo, ese colegio o ese entorno social puede hacernos pensar que el ApS es algo espontáneo, que surge con facilidad. ¿Es tan sencillo como parece?
Es difícil establecer un patrón común, pero muchos de los proyectos de esta edición proceden de colegios o asociaciones con una cierta experiencia en tejer redes sociales. No es casual que, por ejemplo, en el colegio Ramiro Solans de Zaragoza surja Hilvana, un proyecto ApS de empoderamiento femenino textil en el ámbito escolar. Este colegio lleva años desarrollando un proyecto de transformación social llamado “Vive Tu Escuela, Atrévete a Cambiar”, lo que le ha convertido en una escuela capaz de ayudar al alumnado, a las familias y al barrio. En este tiempo su comunidad educativa ha logrado lo que ellos denominan «una escuela de confianza social», han reducido el absentismo y elevado las expectativas de futuro del alumnado. El factor humano, un equipo comprometido y una enorme capacidad de trabajo que ha establecido una sólida red de alianzas con entidades como Ayuda en acción y la Escuela Superior de Diseños de Aragón han hecho posible el proyecto.
«Cuando empezamos a ser conscientes de lo importante que es reconocerse en alguien, surge un sentimiento nuevo». Eso dice una de las alumnas participantes en el proyecto Femenino singular, en el hermoso y premiado vídeo que lo acompaña llevado a cabo en el IES Miguel Servet de Zaragoza. Se trata de una iniciativa de carácter intergeneracional que se desarrolla en el centro zaragozano desde el curso 2017-2018 en colaboración con la Residencia Parque Dorado. Su principal objetivo era tejer vínculos entre generaciones y que jóvenes y mayores se relacionen, convivan, socialicen y aprendan. Un trabajo previo, una mirada compartida y la necesidad de hacer a los alumnos cómplices en la tarea de poner voz e imagen a nuestras mujeres mayores. La reflexión profunda de los alumnos no surge espontáneamente, proviene de la oportunidad de conocer a los ancianos de la residencia. De nuevo un trabajo previo, una tarea de siembra que propició el proyecto.
Una línea férrea en franca decadencia recorre unos paisajes olvidados de la España interior. Los escolares del territorio deciden revitalizar la zona, vertebrándola a través del trazado del tren. El entusiasmo contagia a los ayuntamientos y empresarios de la zona, y convierten este proyecto escolar en un motor de innovación . Era el lugar y era el momento, pero surge de unos centros innovadores que miran alrededor y tienden puentes. Los propios alumnos del centro que participan en el proyecto aseguran que «todo cabe en el tren», y así es como una idea nacida en un instituto rural se convierte en una «espiral» que logra involucrar a todo aquel que conoce o ha oído hablar del Canfranero
La pandemia paralizó nuestras ciudades, pero muchos de los proyectos sobrevivieron al confinamiento transformándose. Fue el caso de la tienda solidaria Amayré, en la localidad de Calamocha. El objetivo inicial no era crear una tienda solidaria pero a mitad del proyecto se desató la pandemia y surgió la oportunidad de focalizar las ganas de ayudar en un objetivo tangible.
Estos son 4 proyectos de entre los 17 presentados este año a los premios ApS en Aragón. Fueron realizados en el momento y lugar adecuados porque una red social unía a sus promotores con el entorno. Necesitamos colegios conectados con la realidad de los lugares en los que viven, abiertos al mundo. Como estos.
Antonio López Polo