Me costó un poco entender bien la definición humanista de salud del doctor Jordi Gol: La salud es una manera de vivir autónoma, solidaria y gozosa. Lo de autónoma y gozosa me cuadraba pero, sinceramente, no acababa de pillar a que se refería con lo de solidaria.
Con los años he comprendido hasta qué punto es importante aceptar esta dimensión de la salud. Hacer lo posible por mantenerse sano es también un acto de empatía y solidaridad hacia la pareja, las amistades, los hijos, las personas que te quieren y que tal vez tendrán que cuidarte si enfermas o envejeces con mala calidad de vida.
Hace poco consulté el Informe de Salud 2016 del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya y me quedé de piedra con los datos sobre el exceso de peso. El 49,3% de la población catalana padece exceso de peso, para ser más precisos, 34,6% sobrepeso y 14,7% obesidad.
Me parecen porcentajes muy altos, que además guardan correlación con el estatus social y el nivel de estudios: a mayor nivel social y académico, menor incidencia tanto de sobrepeso como de obesidad. No es sorprendente, teniendo en cuenta que la comida basura es mucho más asequible que la alimentación saludable.
Más allá de la reflexión sociológica  y de salud, me  preocupa el significado ético que representa abandonarse, no hacer ejercicio y comer compulsivamente entre personas con capacidad económica y cultural para no caer en la dejadez.
Como comentaba una amiga mía, en algunas mujeres progresistas una explicación podría ser el rechazo a los cánones de belleza femeninos impuestos por la sociedad patriarcal. Algo así como desafiarla diciendo ¿Que me quieres guapa y delgada? ¡Pues voy a hacer lo posible para no estarlo!
Sin embargo, ¿qué puedes tardar en darte cuenta que estás perjudicando tu salud si te abandonas al sedentarismo y el desorden alimenticio? ¿cinco años, diez, veinte? La aparición de diabetes, arterioesclerosis, colesterol, asma, fatiga, presión alta, problemas adicionales en el embarazo… pueden poner punto final a un posicionamiento ideológico mal enfocado.
Pero demos un paso más: hay también consecuencias para las personas que te rodean. Si arrastras este problema, si no lo controlas cuando podrías, estás condenando a tu entorno afectivo a que pague a la larga, de una manera u otra, tus excesos, puesto que deberán hacerse cargo de ti, de tus enfermedades y sus consecuencias. Dicho de otra manera: si al final caigo enferma y tienen que cuidarme, que sea por azar o accidente, no porque yo me lo haya buscado.
No sólo debemos mantenernos sanos por nuestra propia salud y bienestar, sino por amor a las personas que amamos. Esta es la dimensión solidaria de la salud. La que no deberíamos perder de vista.
 

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