¡Por fin parece que se mueve en serio el tema de los absurdos horarios españoles!
Hasta hace poco todavía se oía aquella tontería de que nosotros somos diferentes porque somos mediterraneos, hace mucho calor, bla,bla… Italia, Marruecos y Grecia también son mediterráneos y calurosos y tienen horarios con sentido común.
Uno de los grandes argumentos es la productividad en el trabajo y el rechazo al presencialismo injustificado. Otro argumento, que merecería más atención, es la dedicación a la vida personal y familiar. También en este tema se han alimentado tópicos del tipo que, «bueno, lo que importa es la calidad y no la cantidad de tiempo que uno pasa con sus hijos». Burdas excusas.
No deberíamos esquivar un debate serio acerca de cómo estos horarios afectan la salud de nuestros adolescentes. En su itinerario hacia la madurez, han encontrado un regalo envenenado: unos padres generalmente bastante permisivos y una franja horaria dilatadísima en las actividades de ocio nocturno. Sencillamente, no duermen.
La productividad académica también se ha resentido, así como la atención y la concentración, que es mucho más grave. ¿Vamos a hablar algún día de esto con nuestros Jóvenes sin sufrir por no parecer carcas?
Soy optimista: cuando tenía 20 años, los motoristas iban sin casco y los profes fumaban en las clases. ¿Quién se acuerda hoy de ello?