Rechazo social a la estupidez
Durante mis años en la universidad era normal que alumnos y profesores fumaran como chimeneas en las aulas. Ninguna persona afectada por el humo se atrevía a quejarse, bajo riesgo de ser tachada de represora, rancia o quejica. Yo misma, cuando empecé a dar cursos a monitores, tenía que hacerme perdonar la exigencia de no fumar durante la clase, cosa que resolvía más o menos con una bolsa de piruletas....